
Los Maasai creen que Engai, Dios, tras el cielo y la tierra creó el ganado, otorgando a los Maasai su cuidado y protección, por lo que ellos consideran que es su derecho reunificar todo el ganado bajo su mano, expropiándolo a otros pueblos, lo que fue causa de graves conflictos hasta bien entrado el último tercio del siglo XX.
Hasta tal punto se identifican con el ganado, y recordar el amor a sus vacas de los pueblos del Omo antes descritos, y tienen tan gran sintonía con su ganado que llegan a distinguir cada vaca por su mugido, color y ojos. Reafirman su propiedad marcando de manera singular a cada animal con precisos cortes en las orejas.
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Los Maasai

Se pierde en el tiempo el porqué saben cómo conseguir el aporte proteíco y de hierro necesario; el sistema consiste en atar fuertemente una correa al cuello de la res escogida, como hacen también algunos en Sudan del Sur y Etiopía, hinchandose así la vena yugular del animal, sobre la que lanzan una flecha a la que se ata a unos dos centímetros de la punta una tira de piel a modo de tope que penetre lo justo.
La sangre necesaria y ni una gota más, se recoje en una calabaza mezclándola directamente con leche, resultando esto su alimento básico.
A la herida causada al animal se le aplica de inmediato un ungüento de estiércol con ciertas plantas que ellos conocen, con el que comprimen la herida hasta que coagule la sangre; asi el animal no resulta dañado, sin que aparentemente la herida se infecte ni le cause otro mal.
Actualmente para un Maasai su ganado es su cuenta corriente, difícilmente venderá un animal adulto, pero sí cambiará un ternero por tejidos, útiles o aquello que entiende preciso, como escolarizar a sus hijos.
El Eunoto
Para un Maasai es incomprensible un mundo que no comparta con leones y elefantes, sus vecinos ancestrales, con los mismos derechos de deambular o vagar libremente sin derechos de propiedad, Si antes su rito de paso el Eunoto, consistía en cazar un león, hoy se trata de protegerlo contra esos otros vecinos que ven en estos animales enemigos que asolan sus cosechas o matan su ganado.
El Eunoto, o rito de paso, dura cuatro días y reúne a grupos Maasai de Kenia y Tanzania. En los primeros días, los chicos se dirigen a las ceremonias con el cuerpo pintado en ocre, el de absorber conocimiento.
El tono rojizo alude al espíritu combativo de los guerreros. Bailan, emiten poderosos sonidos de garganta y dan espectaculares saltos de altura. En los últimos días, la pintura se vuelve blanca, el color de la vida. Son tan austeros en sus necesidades como exuberntes en sus manifestaciones físicas, en las que los diversos clanes compiten por aparecer lo más engalanados posible.
Guerrero o Murran
El Eunoto es la puerta que el jóven traspasa para acceder a adulto, lo que le faculta para ser guerrero o Murran y también poder casarse. Lo comparten cuarenta y nueve individuos ante toda la comunidad y todo el que quiera, cada vez más turistas, con lo que a veces no se sabe dónde está la realidad y dónde el teatro, en principio todo se cuida con máxima solemnidad y mimo.
El primer ritual es el del buey negro, color este del lado bueno de Engai, Dios. El buey ha sido previamente engordado con un pure de cerveza con miel y grama alta de los pastos.
Los Murran, bajo las indicaciones del Laibon, sacerdote, se turnan para dar sorbos a la calabaza donde se ha mezclado la sangre aún caliente con leche, tras lo que como adulto, pasa a beber directamente del chorro que emerge de la herida del toro.
Cuando los cuarenta y nueve han bebido de la herida, este animal, exhausto, es sacrificado. La piel es consagrada y se deja en manos de las mujeres mayores parientes de los jóvenes, que la fijaran al suelo fuera del pueblo.
Ellas mismas la trocean entregando a cada Eunoto un pedazo como símbolo de graduación. La fraternidad que debe primar entre los jóvenes desde ese momento se consagra cuando comen un pedazo del corazón y pulmones del animal sacrificado.
La ceremonia
La ceremonia tiene una doble vertiente, pues tras ese momento, y en ritual aparte, los padres accederán al cargo del grupo de responsables de la comunidad.
Dado que son ceremonias anuales, se suplen las bajas. Los padres esos cuatro días tomarán el nombre de sus hijos y cambiarán de casas. Al cuarto día se visten con una piel negra y abalorios de colores, a ser posible de alguien de gran prestigio, sobreproniendo como una pelliza, la piel de un leopardo, hiena, un colobo, o un mandril.
Debe llevar pendientes y collar de cuentas negras y su tabaquera sujeta a la cintura. De esta guisa vuelve a su vivienda gesticulando como si fuera un anciano, llevará un espanta moscas y su calabaza con cerveza de miel. Ya es un gran hombre.
Murran Maasai

Joven guerrero o Murran con escaras en pecho y vientre.
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